Cuando por fin llega el verano y podemos hacer el cambio de armario, llega uno de los momentos más placenteros en cuanto a moda se refiere. Las prendas de esta estación son más alegres, más ligeras, nos invitan a salir, a divertirnos, a alargar las noches, a dar paseos por la playa y tomar algo en terrazas hasta que se haga de noche.
Nuestro calzado de verano es también más ligero y festivo, pero eso no significa que necesite menos cuidados que le que llevamos en invierno. Os vamos a dar algunos consejos para que cuidéis bien de vuestros zapatos y sandalias de piel en esta época del año.
- No os las pongáis muchos días seguidos. Está claro que tenemos ganas de llevar nuestras sandalias favoritas, pero usarlas en exceso provocará que se desgaste la piel con más rapidez. Lo ideal es que dejemos pasar un día cada vez que las llevemos, para que la piel retome su forma original y no se formen pliegues.
- Así como en invierno somos más de asfalto, en verano podemos pasar de la calle a la terraza y de ahí, al chiringuito de la playa en el mismo día. Y eso lo sufren los zapatos, porque se manchan más. No debemos esperar a que estén muy manchados para limpiarlos, es mejor que los revisemos después de cada uso. Si es que nuestras sandalias están sucias, debemos lo primero cepillarlas (con un instrumento con cerdas naturales a ser posible) para eliminar polvo y suciedad, usar un paño de algodón humedecido en agua tibia en las zonas manchadas, hidratar la piel si es necesario para que no se agriete, poner betún o una crema incolora y después dejar secar. Tanto la hidratación como el betún hay que usarlos solo en caso de que sea necesario, puesto que tan malo es no cuidar nunca la piel como abusar de los productos de limpieza e hidratación, que pueden crear capas sobre la piel que impedirían que respirara bien.
- Si es que nuestras sandalias se han mojado, debemos secarlas con suavidad con un paño y después, a ser posible, usar una horma de madera o papel de periódico en su interior para que absorba la humedad. En ningún caso hay que usar un secador o una fuente de calor directa, esto endurece la piel y acorta su vida en perfectas condiciones.
- Si las sandalias tienen tiras o elementos que cuelgan de piel, deberíamos guardarlas después de cada uso con una horma, a ser posible de papel (para que absorba la humedad), para que las tiras no se arruguen ni se deformen y su forma quede preservada.
- Si os recomendamos el uso de hormas, podéis imaginar nuestro siguiente consejo. Es preferible guardar los zapatos en saquitos de gamuza o en su defecto, en su propia caja. Nada de amontonarlos.
Son consejos sencillos pero que si los incorporáis en vuestra rutina de cuidado de la ropa y accesorios, alargarán enormemente la vida de vuestros zapatos veraniegos y temporada tras temporada os acompañarán de terraza en terraza.